domingo, 20 de marzo de 2011

Radio Celeste

                                                SER COMPETITIVOS

Me cuesta comprender los conceptos de “competencia” y “competitividad” y, a veces, cuando hablo con alguien del tema, me acabo sintiendo como un bicho raro. Incluso en alguna ocasión he tenido la impresión –no sé si real- de que me han mirado con cierto desdén, como si mis palabras fuesen las de un ingenuo que no quiere darse cuenta de su propia ingenuidad. Sin embargo, tengo que decir que cuanto mayor soy, cuanto más estudio y leo, cuanto mayor es mi experiencia laboral; cuanto mejor conozco, en definitiva, el mundo en que vivimos, más me afirmo en mi postura. Por otro lado, los argumentos que esgrimen mis interlocutores me parecen cada vez más manidos y automáticos, ya que no hay dos personas que me expongan razonamientos distintos. Es como si se limitasen a reproducir las enseñanzas recibidas, directa o indirectamente, por parte del sistema imperante: Que si así es la naturaleza humana, que si gracias a la competitividad tenemos progreso tecnológico y calidad de vida, que si es un aliciente para que nos superemos a nosotros mismos, etcétera. Pero todas esas “bondades” yo no puedo considerarlas como tales en sí mismas, sino que prefiero denominarlas “beneficios colaterales”, ya que no suponen un fin de la competencia sino que son una consecuencia de esta, que bien puede ser lograda a través de otros medios, menos agresivos y más sanos.


¿Son conscientes de cuánta frustración hay en nuestra sociedad a causa de la competitividad?

Se nos vende la idea de que hay que ser competitivos con tal retórica que parece que se tratase de algo enriquecedor en el desarrollo de la persona, sin reparar en que ser competitivo implica estar dispuesto a competir como forma de vida. Eso es física y mentalmente agotador. ¿De verdad merece la pena pasarse así toda la existencia? Además, en la competencia, por si no nos habíamos dado cuenta, para que unos venzan otros tienen que ser vencidos. ¿Gratifica saber que tus logros no son compartidos, sino que otra persona, que es tan persona como tú, ha tenido que perder? Pregunto nuevamente: ¿Es eso gratificante? Y huelga decir que no todos competimos en igualdad de condiciones.

¿Por qué hoy día se considera inconcebible el hecho de que las cosas no tienen por qué ser así, que todos podríamos ganar? ¿Cómo? Las palabras mágicas, como ya he mencionado en alguna ocasión, son “colaboración” y “solidaridad”.

Si tuviésemos un proyecto común en vez de ir cada uno por nuestro lado, el afán de superación no tendría que ser individual e individualista, sino que sería colectivo y los logros serían alegrías compartidas. Además, esa superación colectiva también sería personal. Seguro que alguna vez han experimentado la satisfacción de lograr algo con otras personas, ¿a que fue placentero y enriquecedor? Si en vez de dedicarnos a competir, colaborásemos y juntos compartiésemos el afán de superación, seguiríamos teniendo progreso tecnológico, seguiríamos teniendo una motivación para mejorar, y todas esas argumentaciones que esgrimen mis interlocutores basándose en el “sentido común” imperante se seguirían dando. Y además, no tendría por qué haber perdedores.

Pedro Pérez Linero

No hay comentarios:

Publicar un comentario