domingo, 8 de mayo de 2011

Radio Celeste

                      EL ARTÍCULO 47

Antonio no hubiera sabido decir cuántas noches llevaba sin poder dormir, rumiando su impotencia.

Haciendo como que no se daba cuenta de que Laura se hacía la dormida, se levantó para dar pequeños paseos por la casa. Allí habían creado una familia y habían sido felices del modo que es feliz la gente humilde. “Aún estamos vivos –pensó mientras encendía el fuego de la chimenea- y ya nos hemos convertido en los fantasmas de esta casa”.

Las cosas habían empezado a torcerse tiempo atrás, cuando Antonio perdió su empleo a una edad en la que, siendo demasiado joven para jubilarse, resultaba mayor para encontrar trabajo.
Después vinieron las deudas con el banco, arrodillarse ante burócratas, contener las lágrimas en presencia de sus hijas, llorar a solas con su mujer. Para el desahucio quedaban solo unos días.

Antonio pensaba en todo esto mientras pasaba lentamente las páginas de un pequeño libro, hasta que dio con el fragmento que había estado buscando. Rezaba así: “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación”.

Cuando llegó a esa palabra, "especulación", Antonio arrancó la hoja y, con los ojos llenos de lágrimas y rabia a partes iguales, la tiró al fuego.

Apenas unos segundos más tarde ya había hecho lo mismo con el resto del libro.


Pedro Pérez Linero

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