martes, 21 de diciembre de 2010

Despertar

Para Gabriel que acaba de nacer

Cuando supiste que esto era vida,
crepitó tu latente nube del pecho inviolable,
redobló y arrancaste a llorar.

Eros y Thanatos salieron a pasear
después de debatir en el claustro supremo,
cayeron en la idea de hacerte hombre
y que al igual que todos los mortales
darte muerte el día menos pensado,
el más pensado por ellos.

Fueron sus condiciones présbicas,
las que dejaron salir a la carne,
al futuro odio,
al inhumano precedente de la Concepción
en la cósmica platea de las nubes quejicas,
y al semen neutro del Agua y el Sol.

Al calor anudado a la esquina de una calle,
al que estalla cada vez que se acerca el Dorado,
y deja caer en sus cloacas,
le debes tanto amigo.

Le debemos tanto que me arriesgaría
a nacer de nuevo
sino doliera tanto,
y tanto dinero.

Cuando despiertes del sueño,
una, dos y tres,
te olvidarás de ello,
convivirás con tu madre,
su vientre, su piel,
su pecho.

Hasta ahora tu punto y final,
tu único reflejo certero.

Ezequiel Merino Guerrero

http://amalgamadeversos.blogspot.com/

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