miércoles, 13 de abril de 2011

INSIGNIFICANTE


Si ya están escritas las páginas del hoy, dime, ¿Por qué no vienes? ¿Y yo? ¿Por qué voy?
Recuérdame por qué acudo a un encuentro de mentira que solo existe en mi cabeza.
Y dime por qué aunque no quiero verte me pinto los labios por si nos encontramos.
Dime por qué hoy repito el vestido que te gusta con el único fin de cruzarnos por la calle.
Y si ya está el destino sentenciado, ¿por qué acordándome de tu cara, de mis caminos, hago atajos que pasen por al lado de las travesías que tú frecuentas?
Dime tú porqué me engaño cuando estoy a solas, y trato de hacer frente a la realidad que nos separa, y entonces entra con disimulo a mi nariz un suave aliento que me recuerda algún gesto de tu cara y me saca una sonrisa.
Y es que aunque tú me creas fuerte cual roble, mi interior es tan noble y quebradizo como las hojas desechadas del otoño que sin mirarlas se pisan, que sin pensarlo se rompen.
Sin embargo a mí no me engañas, pues yo te conocí tal cual eres, para mí no eres el rompecabezas indescifrable que tienes por coraza, el enigma de la esfinge al que te asemejas como defensa de tu interior. Tan claro como el agua, pude ver detrás de tus ojos, dentro de tu mente conocí cual era tu verdadero nombre, y no el que te hacías llamar.
Tú fuiste como una flor que nace ya marchita, que necesita de una cuenta atrás para lograr resplandecer, y aun se te nota que en tu interior quedan vestigios de esa humilde flor.
Cuídate, amigo, que hay quien hace leña de la rama seca, que no duda en presumir a su lado de ser la rosa más cuidada por su humilde jardinero. Que aproveche esa rosa bien la primavera y luzca su belleza extravagante, pues el invierno llega y será vencida por la sombra y reconocida su fragilidad. Que es fácil ser la rosa fresca, pero angosto ser una rama más de un rosal ya marchito.
Y cuando vuelva otra vez la sombra y te acuerdes de nuevo de dónde vivo, cuando llegue ese día, que de seguro ha de llegar. No me llames insolente porque te recuerde que sin cuidados, en otro rincón de tu jardín, mientras tu mimabas a tu efímera rosa, había crecido un insignificante lirio silvestre en el que tú ni si quiera deparabas. Entonces, comprenderás que tus raíces están muy lejos del lugar que deben, pero ya será tarde.
Si ya están escritas las páginas del tiempo ¿Por qué de mis caminos hago atajos que pasan por tu puerta?

ROSARE, ABRIL 2011

1 comentario:

  1. Una media sonrisa se me ha ido dibujando mientras lo leía...

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