miércoles, 26 de enero de 2011

Arcos, Cádiz, Sevilla

Me enamoro antes de las mujeres
que de las ciudades.
Es por eso Sevilla,
que solo me paseo por la orilla
que Cádiz me deja divisar
hacia tus torres majestades.

Me empapo en noches de la muerte bella
con largos pendientes de señora,
que al pisarlos resuenan todavía
las pieles doradas y secas
de su todavía joven pintora tabacalera.

Ya que Cádiz,
mujer del mar,
fue Sevilla,
con su naufragio de luces en el río,
la añoranza del tiempo de luz y agua.
Fue en Sevilla,
donde aprendí la pecata minuta del sentir llorar.

Las mujeres,
también tienen balcones donde se asoman,
y aunque el levante a veces se lleve sus ideas,
siguen apareciendo en su faz
la risa de una hembra.

Que no te engañen Arcos,
no viniste de la historia hasta mi tiempo
para ser foto de postal.
Levantate y anda,
como solo caminan las madres de los poetas
que te quieren.

Déjate de rezar, oir y rezar.

E.M.G

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