domingo, 2 de enero de 2011

Radio Celeste


PEQUEÑO HERMANO

En un artículo de Miguel Mora y Lucía Magi, publicado en El País el pasado 21 de Diciembre, y que llevaba como título “El Gran Hermano al revés”, leí que lo sucedido con el escándalo de Wikileaks ha venido a ser la confirmación de que el Gran Hermano no sólo es algo en manos del poder, que vigila a los ciudadanos, sino que ahora somos los ciudadanos los que tenemos la oportunidad de tomarnos la revancha.


En realidad no es de Wikileaks de lo que me gustaría hablarles hoy. Lo que me apetece es exponer una idea que de vez en cuando me ronda la cabeza, y que ese artículo me ha devuelto nuevamente. Me refiero al juego de Gran Hermano en un ámbito que muchas personas honradas conocemos: el mundo laboral por cuenta ajena.

Quizás alguno piense que quiero hablar de cómo el jefe nos vigila a los que no somos jefes, independientemente de que ese jefe sea el dueño de la empresa o alguien a quien han contratado para que sea nuestro jefe mientras él, a su vez, es vigilado por otro jefe que será dueño o no, vayan ustedes a saber porque yo, con tanto jefe, me he hecho la picha un lío.
Pues no. De lo que quiero hablar es más divertido y gratificante, créanme; al menos para mí que, dado mi ridiculum vitae hasta la fecha, soy lo menos parecido a un jefe que se puedan imaginar.
Bien, ahí voy.

Nota informativa para jefes:

Los currantes -“subordinados”, como algunos osan llamarnos-, les vigilamos. Sí, les vigilamos. Vigilamos cómo nos vigilan. Conocemos todas sus rutinas, incluso sus aparentes variaciones, también sabemos calcularlas. Conocemos y distinguimos el sonido de sus coches cuando se aproximan, o el de sus llaves o sus tacones. Sabemos el verdadero motivo no confesado por el cual algún día se han ausentado. Sabemos incluso cómo son sus vidas fuera del trabajo; todas sus mierdas familiares, también las sabemos. No vayan a pensar que porque ponemos cara de pardillo, comulgamos con ese patético paternalismo del que hacen gala muchas veces o que no sabemos lo que están pensando. Lo sabemos. Lo que pasa es que la gente honrada tenemos nuestro propio código moral, y callamos; les dejamos hacer.
Lo crean o no, disponemos de nuestras propias redes de información. No necesitamos cámaras para vigilarles, esa mierda de juguetito se la dejamos a ustedes. Nosotros somos mucho más sofisticados.

No obstante, no teman si pertenecen a esa minoría de jefes que son justos con los empleados: Nuestro grado de vigilancia y control sobre ustedes es inversamente proporcional a la justicia del trato hacia nosotros.

En resumidas cuentas, y para concluir:
El Pequeño Hermano les vigila, y no hay nada, absolutamente nada, que puedan hacer para evitarlo. Siglos de experiencia nos avalan.

Pedro Pérez Linero





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